Descripción de la actividad:
Esta actividad ha supuesto un cambio importante en mi rol dentro del centro, porque por primera vez dejé de centrarme exclusivamente en el alumnado para trabajar directamente con el profesorado, acompañándolo en la incorporación de rutinas lingüísticas inclusivas. Fue una sesión breve, pero para mí muy significativa, porque sentí que estaba contribuyendo a algo que va más allá de una actividad puntual: estábamos sembrando cambios en la práctica docente diaria.
La sesión duró 45 minutos y la realicé junto con el orientador del centro. Llevé preparada una guía práctica con estrategias y ejemplos concretos, así como muestras de rutinas visuales, tarjetas con apoyos lingüísticos y organizadores gráficos que podían integrarse fácilmente en las clases. Empezamos presentando buenas prácticas basadas en evidencias, especialmente en lo relacionado con la simplificación del lenguaje, la segmentación de instrucciones y la creación de rutinas predecibles para reducir la carga cognitiva del alumnado con dificultades lingüísticas.
Después, realizamos un pequeño ejercicio práctico modelando cómo introducir estas estrategias en el aula sin necesidad de grandes cambios estructurales. Comentamos ejemplos reales del grupo, dudas que habían surgido en semanas anteriores y posibles dificultades de implementación.
Finalmente, abrimos un espacio de reflexión conjunta, donde los docentes compartieron sus inquietudes, su visión y, sobre todo, su disposición a probar estas rutinas. Cerramos la sesión acordando un pequeño seguimiento periódico para valorar cómo se iban aplicando las estrategias en el aula.
Objetivos:
Con esta actividad me propuse:
- Acompañar al profesorado en la incorporación de estrategias comunicativas más accesibles.
- Facilitar rutinas lingüísticas que favorezcan la comprensión, autonomía y participación del alumnado.
- Ofrecer materiales visuales útiles, prácticos y sostenibles.
- Fomentar una reflexión profesional conjunta alineada con la educación inclusiva.
- Potenciar la continuidad de las prácticas inclusivas más allá de mi periodo de prácticas.
Reflexión personal:
Teóricamente, esta actividad se fundamenta en el rol psicopedagógico del asesoramiento docente, entendido no como una transmisión unilateral de información, sino como un proceso colaborativo, basado en la evidencia y adaptado a la realidad del aula. Las rutinas comunicativas inclusivas (instrucciones segmentadas, apoyos visuales permanentes, organización…) han demostrado ser claves para el alumnado con baja competencia lingüística, pero también para el resto del grupo.
Sin embargo, vivir esta experiencia desde dentro me ha hecho comprender que asesorar no es solo “explicar estrategias”, sino escuchar al docente, entender su contexto, sus límites, sus dudas, su día a día. Antes de la sesión sentía un cierto nerviosismo porque no quería que pareciera que “iba a decirles cómo hacer su trabajo”. Me preocupaba no resultar intrusiva o que mis propuestas no fueran viables para ellos.
Para mi sorpresa, la sesión fue muy cercana. Percibí a los docentes receptivos y agradecidos por tener un espacio para pensar sobre su práctica. Me di cuenta de que, muchas veces, el profesorado quiere aplicar estrategias inclusivas, pero no siempre tiene tiempo o herramientas para hacerlo. Entendí que mi papel no era enseñarles, sino acompañar y facilitar.
A nivel personal, esta actividad me ha hecho sentir más segura como futura psicopedagoga. Me ha permitido entender que parte fundamental de nuestro trabajo es precisamente este: ayudar al profesorado para que, a su vez, pueda ayudar mejor a su alumnado.
Evidencias:

Evaluación:

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Observaciones personales:
Una de las cosas que más me llamó la atención fue que, durante la sesión, muchos docentes compartieron espontáneamente ejemplos de momentos en los que notaban que sus explicaciones “no llegaban” a ciertos alumnos, especialmente a aquellos con dificultades lingüísticas. Esta sinceridad y autocrítica profesional creó un clima muy bonito de trabajo conjunto.
También me di cuenta de que las estrategias que proponíamos no solo beneficiaban al alumnado con necesidades lingüísticas, sino que eran útiles para todos, incluso para aquellos con dificultades atencionales o con menor autonomía. Esa reflexión compartida generó un cambio importante: entender que lo inclusivo es bueno para todos, no solo para unos pocos.
A nivel humano, esta actividad me enseñó que la colaboración entre profesionales no es solo necesaria, sino también enriquecedora. Salí de la sesión con la sensación de haber aportado algo real, por pequeño que fuera, y con el deseo de seguir formándome para poder ofrecer, en el futuro, un asesoramiento cada vez más sólido y respetuoso.


Este es un espacio de trabajo personal de un/a estudiante de la Universitat Oberta de Catalunya. Cualquier contenido publicado en este espacio es responsabilidad de su autor/a.
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